| Descripción |
Echarpe rectangular de tul color marfil con aplicación de láminas de metal plateado formando dibujos geométricos dispuestos en franjas.
Los chales y echarpes eran prendas que se colocaban sobre los hombros. Su forma rectangular permitía envolverse en ellos de diferentes formas y utilizarlos como un elemento más de seducción. Se emplearon en la indumentaria femenina durante toda la primera mitad del siglo XIX.
El chal tiene su origen en los chales de Cachemira. Los primeros llegaron en 1760 a Inglaterra procedentes de la India, importados por la "Compañía del Este de la India". Desde allí, la moda se extendió a Francia y al resto de Europa. Este complemento pronto se convirtió en un signo de distinción y buen gusto, siendo adoptado rápidamente por las damas de la burguesía y aristocracia del siglo XIX.
Largo y rectangular, se utilizaba para envolver largos vestidos de talle imperio en los últimos años del siglo XVIII y primeros decenios del XIX. Hacia 1820 el chal rectangular es sustituido por el gran chal cuadrado, que se llevaba doblado en forma de triángulo.
A partir de los años 50 y hasta 1860, su forma se amplió para que pudiera cubrir y caer sobre las enormes faldas ahuecadas por los miriñaques.
El tul, tejido con el que está realizado este echarpe, proviene de la ciudad francesa de Tulle en el Lemosin, ciudad donde se fabricó por primera vez de forma totalmente artesanal mediante la técnica de bolillos. Hacia finales del siglo XVIII, su producción se había extendido a otros países europeos. Fueron los ingleses los que procedieron a su mecanización. En 1806, el inglés John Heathcoat patentó una nueva máquina que producía un tul de gran calidad con el que se pudieron fabricar vestidos y otros complementos.
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